Emigraron en Busca de Sueños y se Encontraron Atrapados en una Pesadilla
por: Aurora Casas
Victoria Rivera, de afectada por una hipoteca millonaria en España a defensora del derecho a una vivienda
Desde mediado de 2007 y hasta la fecha, España, al igual que muchos países de la Eurozona intentan superar una de las peores crisis económicas de su historia. El sector de la construcción, motor económico de la última década, y principal fuente de empleado para millones de trabajadores en el país peninsular, cayó vertiginosamente arrastrando consigo a grandes industrias, pymes, autónomos, etc., y generando índices de desempleo por encima del 20 por ciento, la peor cifra de los últimos 25 años en este país, según datos oficiales.
Dicha situación ha ocasionado dramas como el de Victoria Rivera, peruana de 40 años. Su caso representa una de las miles de tragedias que viven los afectados por la hipoteca. Ella forma parte de la cifra del 87 por ciento de familias embargadas donde, al menos, un miembro es menor de edad, de acuerdo con una encuesta realizada por la PAH.
Esta madre fue abandonada por su pareja, esta desempleada y con una deuda de 112 mil euros, a la cual ya no podrá hacer frente y que a su vez desahuciará el futuro de su hijo y el de su fiadora, salvo que su banco le condone totalmente la deuda.
Ella dejó Perú a principios de 2004. Vino a reunirse con su marido quien llevaba varios años en la capital española. Él regentaba una empresa próspera, relacionada con el sector de la construcción que daba trabajo a cerca de treinta persona. Ellos, al igual que miles de extranjeros, emigraron en busca de prosperidad, con la ilusión de conocer otra cultura, de viajar y, por qué no, de tener casa propia.
Familias en riesgo de exclusión social, deudas hipotecarias millonarias, estrés, ansiedad, depresión, hambre y un futuro incierto es el día a día de miles de familias, tanto españolas como extranjeras, que un día soñaron con tener casa propia.
Cuando las deudas estaban a punto de sumirla en la depresión y la desesperación ya se había apoderado de su vida, nació una luz de esperanza. Había que pelear por sus derechos y demostrarle a los banqueros que su “único delito era no tener un empleo para seguir pagando”.
Así fue como surgió Victoria como líder de una de las más de sesenta Plataformas de Afectados por la Hipoteca (PAH) que hay en España, y que actualmente batallan “día y noche” para evitar los desahucios, exigir las daciones en pago o condonaciones de deuda y viviendas de alquiler social para los afectados.
Año y medio después de su llegada, esta familia ya presumía de tener una vivienda en propiedad
La “empresa generaba muchos ingresos”, fue entonces cuando la directora del banco la convenció para que aprovechara el buen momento de sus finanzas y se comprara un inmueble. Así fue. Su familia pronto se vio viviendo en un ático, de ciento veinte metros cuadrados, en el centro de Pinto-Madrid y con una hipoteca a treinta años, de 180 mil euros, con cuotas mensuales de 900 euros al mes que llegaron a subir hasta 1700 euros.
Con el piso en propiedad vinieron los viajes, las fiestas, los caprichos, el bienestar y la realización que cualquier persona desea alcanzar. Así vivió esta familia varios años, hasta que la crisis económica les sorprendió y les despojó prácticamente de todo.
Atrapados en una pesadilla
Corría el año 2010 y tras varios meses de “mucho sacrificio” para hacer frente a la hipoteca, Victoria decide acudir al prestamista para explicar que su situación había cambiado drásticamente y que no podía seguir pagando, salvo que le buscaran otra alternativa. En aquél entonces su marido había retornado a su país con la intención de buscar recursos para pagar su vivienda y ella estaba empleada como camarera, por lo que ingresaba 800 euros al mes (Cien euros menos que la cuota del banco).
Victoria empezaba a percibir un abismo a sus pies. La relación con su pareja se vio gravemente perjudicada y “la ilusión” por comprarse un piso, “para tener algo en el futuro se convirtió en pesadilla”, comenta. Empezó a vivir momentos de estrés, a pasar las noches en vela pensando en cómo salir del problema. Su cuerpo temblaba cada vez que intentaba hablar con los responsables financieros, su corazón se alteraba y sentía un nudo en la garganta. “Tenía miedo”, explica.
Esta realidad se repetía en miles de hogares. Fredy Imbajoa, colombiano de 38 años padecía una situación similar. Él también disfrutó de una época dorada. Los ingresos que obtenía como camionero le permitieron soñar en grande, tanto que se dejó seducir de las facilidades que daban los bancos para contratar una hipoteca; en su caso, sin avalistas.
Para él pagar alquiler “es como tirar el dinero” esa idea motivó aun más su deseo de embarcarse en un piso de 210 mil euros a treinta años; con cuotas de 860 euros al mes que llegaron a subir hasta casi 1.300. Su hogar ingresaba mensualmente alrededor de 2.500 euros, contaba con un contrato fijo y “pensaba que todo iba a seguir igual”, relata Fredy refiriéndose a su estabilidad laboral.
No fue así. Cada uno por su lado experimentaba un calvario. Ambos acudían a sus diferentes sucursales prestamistas para intentar infructuosamente llegar a un acuerdo. Pero la respuesta siempre fue la misma: “horas y horas de espera, mentiras, vacilaciones, desatenciones” para que finalmente les dijeran “que había casos más urgentes”, enfatizan los hipotecados.
Tanto Victoria como Fredy recibían cartas reclamándoles la deuda, llamadas cobrándoles, “amenazas de desalojo, intimidación..., estaba muy preocupada porque no tenia a dónde ir con mi hijo”, añade esta mujer.
“Era duro porque somos gente trabajadora, que no debemos nada a nadie y veías que no podías” refiere el colombiano. “Me llevaron al matadero y yo no sabía cómo salir”.
Surge Victoria como defensora del derecho a la vivienda
A mediados de 2012 Victoria recibe una carta de su entidad bancaria donde se le informa que el 13 de julio tendría que desalojar su vivienda, que el banco se apoderaría de la misma y que no había otra alternativa. Con los nervios a flor de piel se fue al juzgado para cerciorarse de la cruel verdad.
En ese momento le dio un ataque de ansiedad, “no podía entender cómo podían ser tan inhumanos, me daba coraje la injusticia”, expresa. Dejó de importarle todo, solo quería llorar de impotencia y renegar de una suerte que le había cerrado todas las puertas, recuerda la peruana.
Pero el destino le tenía preparada una segunda oportunidad. Ese mismo día una desconocida se acercó a ella para consolarla y al verla tan afligida le habló de la PAH, la plataforma que se ha convertido para Victoria en su “familia” y que la sigue ayudando a mantenerse a flote.
Ella inmediatamente se personó en la sede madrileña de la PAH, donde se dio cuenta que su caso era el de miles de personas, y que dichos afectados estaban luchando unidos por el derecho constitucional a una vivienda digna. Un objetivo común, “lograr acabar con la sinrazón de entregar una casa después de haberla pagado varios años y quedarse con una deuda de por vida, además de perder la vivienda de los avalistas” agrega la afectada.
Pronto comprendió la filosofía de la plataforma “que la lucha era el camino, la fuerza, no quedarse callado, no tener vergüenza de defender lo que a una le pertenece”. Decidió involucrarse de lleno en la labor solidaria de la PAH y el movimiento del 15m. Ese pensamiento la llevó a ser una de las fundadoras de la PAH de Pinto, el municipio madrileño donde esta mujer tiene su ático, y donde su caso fue el primero en salir a la luz pública.
Como su desahucio estaba a la vuelta de la esquina, su nueva “familia” se puso manos a la obra y decidieron acudir al banco para exigir la paralización del mismo, la condonación de la deuda y un alquiler social en su propia vivienda. Con protestas, durante varios meses, reivindicando su derecho, dentro y fuera de las sucursales prestamistas, día sí, día no, veía como en muchos casos tras la manifestación pacífica, los bancos daban una segunda oportunidad al hipotecado; y ella no iba a ser la excepción.
A menos de 24 horas para tener que abandonar todo por lo que llevaba peleando durante los últimos dos años, recibió una llamada del banco donde le informaban que aplazaban su lanzamiento. Desde entonces, la hipoteca ha ido de prorroga en prórroga. Ahora su banco le propone condonarle la deuda a cambio de que se comprometa a una quita (cuota) mensual de 100 euros hasta 2035. Pero hasta entonces seguiría vinculada a la entidad. Y contrario a lo que lleva pidiendo, tampoco le aseguran el alquiler en su mismo domicilio.
La valentía para enfrentarse a un gigante de la banca española, las pitadas, las pintadas, los encierros, los carteles a las puertas de los prestamistas, las protestas, las acampadas y las cientos de cartas que cada día le sellan en la sucursal crediticia insistiendo sobre lo mismo, han sido el combustible para que hoy en pleno verano de 2013, todavía siga viviendo en su domicilio, esta mujer.
Actualmente, Victoria vive del trabajo que realiza por horas. Se ayuda con donativos de alimentos y tanto ella como su retoño reciben tratamiento psicológico que les ayuda a no caer en depresión y a controlar los nervios.
De momento el proceso de esta familia se encuentra en manos de la justicia, porque su contrato, al igual que el de muchos afectados, tiene cláusulas abusivas. Si finalmente los jueces dan la razón a los hipotecados, ella no tendría que abandonarlo todo y su hijo encontraría el sosiego que perdió cuando empezó la “pesadilla”.
Por su parte, Fredy, se unió a la PAH y tras casi un año de lucha y gracias a la ayuda de más de cuarenta compañeros que se encerraron en el banco para apoyarlo, logró la dación en pago a finales de diciembre de 2012. Su contrato también contaba con irregularidades y eso fue lo que este cliente hizo ver a su entidad para presionarla.
Él ya no tiene hipoteca, ni casa. Sigue en la búsqueda de un empleo; una tarea que se ha convertido en una lotería en el país ibérico. Cuando lo tenga, dice, dejará de aplazar el sueño de ser padre.
La frustración que le produjo el enfrentamiento con la banca y la falta de empleo, han dejado secuelas irreparables, pues desde que empezó su disputa cayó en depresión, un estado del que no se recuperará fácilmente, según le han diagnosticado. Toma medicación para controlar su ánimo, la agresividad y las ganas de salir corriendo sin rumbo fijo.
La idea de regresar a sus países sí pasó por la mente de estos valientes que se han enfrentados a los grandes de la banca, pero ellos decidieron ser aliados en una guerra que sigue dejando víctimas. Todas las semanas participan en encierros colectivos, se manifiestan a las puertas de los bancos, empapelan las entidades para hacerse ver y oír… todo ello cara a lograr que más familias vivan en paz.
Recientemente se ha conocido el fallo del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, donde se declaró que la norma hipotecaria española no es compatible con la ley europea. Este veredicto da la posibilidad a la justicia española de adoptar medidas cautelares como la suspensión de la ejecución de desalojo, y se está aplicando a todos los procesos de desahucio abiertos.
Por otro lado, la Plataforma de Afectados por la hipoteca (PAH) reclama el derecho a una vivienda, la dación en pago retroactiva y el alquiler social y lleva a cabo inagotables campañas a lo largo de toda España exigiendo el fin de los desalojos.
Según ha anunciado el colectivo de la PAH en sus redes sociales, los afectados están buscando el apoyo de 50 diputados o el mismo número de senadores que avalen un recurso de inconstitucionalidad contra la ley hipotecaria aprobada, en mayo pasado, por el partido del gobierno (PP) y que excluye a la mayoría de los afectados de las ventajas o alternativas que propone la misma.
Normativa bancaria española
El procedimiento actual de ejecución hipotecaria en España, dice que en caso de impago sea subastado el inmueble. Si dicha ejecución queda desierta, el prestamista se puede adjudicar el inmueble por el sesenta por ciento del valor de la tasación y seguir reclamando el resto de la deuda pendiente, más todos los costes judiciales e intereses, hasta que el deudor haga frente a la misma.
Se quiere que en los casos de primera residencia y siempre que haya una causa justificada para el impago, los deudores pueden cancelar su deuda con la entrega del piso y empezar de cero, tal como sucede en Estados Unidos o en otros países vecinos europeos